domingo, noviembre 05, 2006

AIXA EN ANTEQUERA

Tras el paréntesis veraniego y ya con un poco de mono, el pasado 29 de octubre, AIXA, volvió a sus viajes culturales, por la comarca de Antequera, viaje que se suspendió en el mes de Mayo. Antequera situada en el corazón mismo del extenso solar andaluz, “ciudad de las iglesias blancas y Gongorinas”, en frase de Gerardo Diego. Reflejándose en la famosa Peña de los Enamorados, a medio camino entre Antequera y la vecina población de Archidona, que encierra la leyenda de amor entre un cristiano y una mora, cobijada bajo el regazo de la famosa sierra del Torcal de Antequera y asomando la orilla de sus casas al mar verde de la amplia Vega. Antequera ciudad de antañona historia y de monumentalidad construida a través de muchos siglos, hoy día centro neurálgico comercial de Andalucía, donde las más importantes cadenas alimentarias, ubican sus centros de distribución para Andalucía y Castilla La Mancha.
Salimos de Alcaudete a las 8 de la mañana, y llegamos sobre la 9,30, a la Puerta de Estepa, junto a la plaza de toros, que ubica un museo taurino, donde reponemos fuerzas al desayunar con el típico “mollete de antequera”.
Acabado el mismo, nos espera Salva, nuestro guía que nos acompañará durante toda la jornada. Desde el principio, nos avisa que nos queda mucho por conocer y ver, por lo que no debemos demorarnos.
Empezamos por el conjunto dolménico de Antequera, que formado por los monumentos de Menga, Viera y El Romeral, es uno de los mejores y más conocidos exponentes del megalitismo europeo. Estos monumentos, se caracterizan por el uso de grandes bloques de piedras que forman cámaras y espacios techados con cobertura adintelada o en falsa cúpula, y que son utilizados con fines rituales y funerarios. Impresiona de manera sobrecogedora, una vez que estás dentro de ellos y piensas que la gran piedra que está situada al final del dolmen de Menga, el más antiguo del conjunto, (año 2.500 antes de Cristo), tenga un peso de 180 toneladas. Los constructores de los dólmenes de Antequera utilizan bloques de piedra de una cantera del cercano cerro de Vera Cruz. Aprovechan las brechas de la roca, donde introducen cuñas de madera que al humedecerse hacen saltar los bloques. Los labran en la cantera y los transportan rodándolos sobre gruesos troncos. Posteriormente, ya en el lugar destinado a la construcción, los introducen de forma vertical en zanjas excavadas. Una vez formada la nave, la rellenan interiormente de tierra y sobre el talud que forman alrededor, hacen resbalar las piedras, que forman la cubierta. Finalmente limpian la tierra interior y las naves quedan tal y como hoy las vemos. La construcción de estos monumentos funerarios requirió un gran esfuerzo colectivo, que solo se pudo dar con la unión de los pobladores de los primeros núcleos de población que se instalaron en la Vega de Antequera, aprovechando las fértiles tierras regadas por el río Guadalhorce.
Salva, nos apremia y seguidamente nos conduce a la zona antigua de la ciudad. Tras pasar por manos romanas, godas y árabes, Antequera tiene su etapa más floreciente a partir de la conquista cristiana en 1410. La ciudad se convierte en un gran centro económico y es escenario del desarrollo del comercio, debido a su característica de “cruce de caminos”, que aun hoy mantiene en toda su vitalidad. A esta prosperidad se suma la nobleza e importantes órdenes religiosas que emplean parte de sus recursos en la construcción de edificios que embellecen la ciudad: (iglesias, se conservan 32; conventos y casa solariegas).
El máximo exponente de la arquitectura religiosa antequerana es la Real Colegiata de Santa María la Mayor, hoy día desacralizada y utilizada como museo, sala de conciertos, sala de reuniones múltiples, etc., en ella ha llegado a reunirse el Parlamento de Andalucía. Está situada junto al arco de los gigantes, termas romanas y a poca distancia del “portichuelo”, curiosa capilla-tribuna, desde donde predicaban los sacerdotes al pueblo. Desde aquí nos dirigimos al museo municipal, y no deja de sorprendernos, la cantidad de iglesias (San Sebastián, San Juan y San Pedro, Los Remedios, Santiago, etc ) y los conventos (carmelitas, mínimas, clarisas, dominicas, agustinas, etc), que nos vamos encontrando por el camino.
La nobleza asentada en el Renacimiento y el Barroco en Antequera, edificó numerosos palacios, siendo uno de los más destacados el Palacio de Nájera (hoy museo municipal). Construcción barroca del siglo XVIII destaca su airosa torre-mirador, el patio claustral de columnas toscanas y la caja de escalera cubierta de ricas yeserías. En sus sección arqueológica podemos admirar una importantísima colección epigráfica romana, así como diferentes piezas escultóricas, entre las que destaca el “Efebo de Antequera”, considerado el más bello bronce romano de España. En la sección de arte sacro destacan las pinturas de Antonio Mohedano, Pedro Atanasio Bocanegra y el mexicano Juan Correa. Pieza de una excepcional calidad es el “San Francisco” del escultor granadino Pedro de Mena. En la planta baja podemos ver la sala dedicada al pintor antequerano Cristobal Toral, uno de los máximos ejemplos del hiperrealismo mágico en España, destacando su cuadro “El paquete”.
Reconfortado el espíritu, es necesario rellenar los depósitos del cuerpo y nos dirigimos al Restaurante “Los Dolmenes”, donde entre otros suculentos alimentos, nos ofrecen la famosa “porra antequerana”, crema elaborada a base de pan, tomate y pimiento, aderazado con jamón y huevo duro, y de postre el “bienmesabe”, ejemplos del patrimonio gastronómico antequerano.
Con renovadas fuerzas, nos dirigimos al Torcal de Antequera, paraje natural, que a pesar de su reducida extensión (11,7 Km2), es una de las muestras más impresionantes de paisaje cárstico de todas Europa. Geomorfológicamente, comprende cuatro zonas bien diferenciadas:
Sierra Pelada, al este, un área de lapiaz y frecuentes dolinas, con una altitud máxima de 1.154 m. “Cerro de Los Repetidores”.
Torcal Alto, al suroeste, encierra la mejor zona del macizo. Una gran cresta rocosa, Las Vilaneras, la separa del Torcal Bajo, contiene el punto de máxima altura del Torcal: El Camorro de las Siete Mesas: 1.156 m.
Torcal Bajo, situado entre los dos anteriores, es similar al Torcal Alto, aunque menos espectacular.
Tajos y Laderas, delimitan casi perimetralmente el Paraje, siendo más espectaculares en la cara sur. Son lugar de refugio y nidificación de aves de presa.
El Torcal constituido por rocas calizas de tres tipos, tiene su origen el fondo marino durante el periodo jurásico (hace 150 millones de años). Al emerger con motivo del plegamiento alpino, se forman una serie de grietas y fallas, que se cortan en lo que hoy se llama callejones o “corredores”, que en su intersección forman hoyos o dolinas (sinónimo de Torcas, de ahí el nombre de la sierra). A partir de aquí el modelado cárstico y la erosión de la roca por la acción del agua helada, junto con la disolución de las calizas por efecto del CO2 atmosférico del agua de lluvia, modelan las rocas, creando una “museo de esculturas naturales”, simbolizadas en “El Tornillo” que es el logotipo del Paraje.
El Torcal presenta una enorme riqueza en simas, cuevas y otras formas subterráneas, siendo de gran importancia histórica la Cueva del Toro, donde se han encontrado restos de pobladores neolíticos. Durante mucho tiempo el hombre expolia el Torcal, siendo en el siglo XIX donde se origina un intenso carboneo del encinar del Torcal, que junto con la extracción de piedra y la masificación del pastoreo, impide la regeneración natural de la vegetación. A ello se debe el aspecto desolado de la Sierra, que se pretende restaurar ahora con la declaración de Paraje Natural.
El macizo del Torcal tiene una rica y variada flora, siendo las comunidades vegetales de mayor importancia botánica, las rupícolas, adaptadas a las fisuras y grietas de las rocas, con especies endémicas. Abundan las encinas, quejigos, serbales, arces, madreselvas, zarzamoras, rosal silvestre, peonías, etc. Como especie a destacar por la belleza de sus formas que origina en combinación con la roca debemos destacar la hiedra, muy abundante en el Torcal Alto, siendo algunas de ellas verdaderamente espectaculares.
En cuanto a la fauna, destacar el Zorro como predador y la Cabra Montés como gran herbívoro, amén de la cantidad de aves como (Águila Real, Halcón Peregrino, Águila Perdicera y Buitres Leonados). Los reptiles presentes en la Sierra, son: Lagarto oceolado, Lagartijas colilarga e ibérica, Culebra de escalera, Culebra bastarda y Víbora hocicuda de mordedura peligrosa.
Visitamos el sendero verde, el más fácil y parte del amarillo y a cada paso nos sorprendemos por la belleza natural y paisajística que nos rodea. Después de hora y media, nos gustaría seguir andando, pero hay que volver, aunque con pena, pues en medio de este paraje, te transporta a otros tiempos y pareces olvidarte de la rutina diaria.
Historia, arte, gastronomía y naturaleza un amasijo perfecto para un día agradable. Esperamos que el próximo por tierras granadinas, nos sorprenda como el de hoy. José A. Ruiz